Lo que libera es la verdad, no el esfuerzo por liberarse
Jiddu Krishnamurti
NI ONLINE NI OFFLINE: ONLIFE
El 27 de marzo de 1991 le mandé a El Mundo una solicitud de amistad y el tío me contestó con un emoticono de esos que se lleva las manos a la cabeza. Claro, yo estaba ahí dentro de mi madre con el cordón umbilical y toda la parafernalia y todavía no era capaz de comprender en un sentido profundo las fantásticas expresiones de los emoticonos con los que más tarde me echaría unas risas. Total, que luego El Mundo me mandó un privado: “No sabes la que te espera ahí fuera cuando crezcas”, me dijo.
Pero yo era muy cabezota siendo feto así que retiré la solicitud. Luego mi madre hizo fuerza y yo ya había llegado, llorando, a El Mundo. Todavía no comprendía lo violento de un parto, la separación tan drástica del cuerpo de mi madre. Lo cierto es que no comprendía nada de nada. Era una Evita desnuda recién llegada al siglo XX. Crecí y crecí y crecí tanto, que ahora tengo 24 años y ya estamos en el siglo XXI. Tengo que decir que al final fue El Mundo el que me mandó una solicitud de amistad a mí, y aquí estoy, observando el percal del que me hablaba cuando nací. Adanes y Evas del siglo XXI. Pareciera que este es un auténtico paraíso, pero “parecer” no es un verbo que haga justicia a la REALIDAD.
Dice el filósofo Luciano Floridi que ya es inútil hablar del mundo online y offline como dos entornos separados, que ahora vivimos en la unión de ambos: Onlife. Vivimos Onlife, acordaros del término. Ya no hace falta preguntar: “¿Estás online?”, porque es una afirmación constante.Vivimos en la sociedad de la transparencia. La forma en que aprehendemos y percibimos la realidad ha cambiado, y por ende también lo hemos hecho nosotros en cuanto a nosotros mismos y en cuanto a nuestras relaciones. El cerebro humano del siglo XXI está codificándose para sobrevivir en la era digital, las conexiones sinápticas de nuestros cerebros andan revolucionándose ahí adentro.
Pero, ¿qué existencia es esta en la que solo cobra vida aquello con lo que podemos interactuar? Nos interesa un click, bajar el cursor, descargar apps para el iphone, mandar un minion perturbado, alegrarnos con la flamenca del whatsapp. Ya no nos interesa un árbol, un río, una hamburguesa XXL a solas; nos interesa un árbol, un río y una hamburguesa en cuanto a su valor de exposición y uso. Yo soy el árbol que abrazo, el río que toco, la hamburguesa que como. Y todo eso con filtros y para el Instagram.
¿Pero qué interactuación es esta basada en el lenguaje informático? Quiero decir, ¿qué mierda de interactuación es esta basada en el lenguaje informático? , quiero decir… ¿no lo entiendes! Una interactuación aislada, narciso reflejado en el agua enamorado de sí mismo, una sucesión de egos lanzados al mundo de los objetos. Sí, nos hemos ganado a pulso nuestra categoría de objeto. Somos sujeto y objeto a la vez, es decir: sobjetos, y nos relacionamos con los demás como tales. Nos levantamos, cargamos la partida y vestimos en una pantalla a nuestro propio sim, y eso es importantísimo, eh, es tremendamente importante cuidar mi imagen ¡porque en el siglo XXI yo soy mi imagen! Se confunde visibilidad hueca con el ser de carne y hueso real y profundo.
La transparencia digital no es cardiográfica -de corazón, profunda, lenta-, es pornográfica.BYUNG CHUL HAN
El filósofo de moda, Byung Chul Han nos advierte:
“Quien refiere la transparencia tan solo a la corrupción y a la libertad de información desconoce su envergadura. La transparencia es una coacción sistémica que se apodera de todos los sucesos sociales y los somete a un profundo cambio. El sistema social somete hoy todos sus procesos a una coacción de transparencia para hacerlos operacionales y acelerarlos”
Va aún más lejos afirmando que “esta coacción sistémica convierte a la sociedad de la transparencia en una sociedad uniformada. En eso consiste su rasgo totalitario”. Es decir, que a día de hoy hay crisis de muchas cosas pero la más importante es la crisis individual: una crisis de identidad y despersonalización inconsciente: la alineación virtual, que nos alimenta y paradójicamente nos vacía por dentro. Frotémonos los ojos, abrámoslos, ¡démonos con una sartén en la cabeza, despertemos al fin! No podemos SER en el stock público, es mera ilusión.
La exposición en el stock público tiende a una demanda de perfección. Y la perfección nos desgasta, nos deja exhaustos, como corderitos asustados siguiendo al corral. “¿Y tú quién eres?”, le pregunta un corderito al otro. “Hace tiempo que no lo sé, amigo”, le contesta. Se alimenta el vacío externo antes que el vacío interno. El márketing online para promocionar nuestras cualidades -¿humanas?- está de moda. Pero la realidad es que este exceso de exposición nos convierte en meras mercancías desnudas a la devoración inmediata. Cómplices de esta inconsciencia nos olvidamos de que sufrimos el efecto dominó en serie, y en nuestra genial caída inconsciente –en realidad creemos que ascendemos- empujamos al otro a caer. Somos espejitos que van cayendo, uno detrás de otro, y nos rompemos a solas, pero reparamos las piezas y volvemos a cargar nuestra imagen, porque una imagen perfecta no llora, no sangra, no palidece, no grita, no tiene vida. En una imagen perfecta no pasa el tiempo, sonríe por siempre.
El PARAÍSO CONSUMADO
Acaba una civilización y empieza otra, y yo me pregunto dónde queda la memoria histórica cuando la Era Digital es capaz de borrar tantas huellas. Un monstruo se ha tragado el pasado o el pasado ha centrifugado en la lavadora. ¿Cómo transmitir ahora la historia?, ¿cabe la historia y el saber en nuestros fugaces y entretenidos días?, caber cabe, pero, ¿quién se va a parar a leerla?, el pasado se oscurece y el presente se ilumina renovado. Renovado en un montón de artículos titulados “Cómo poner cachondo a tu novio en 10 pasos”, “Esta tía se tragó un plátano entero”, “España es un circo”. ¿Lo peor de todo?, que pinchamos como locos esos enlaces, guiados por el click de la ligereza y el placer inmediato. Paradójicamente ya no cabe en esta iluminación la utopía soñada del siglo XIX Y XX. Aquellos ilustrados están desconcertados ante tal levedad, pero ¿por qué tendrían que lamentarse si nadie parece quejarse del videojuego, el iphone, la marca, los mass media, el nuevo feminismo, la nueva forma de relacionarse y amar? Contaba hace tiempo el periodista Vicente Verdú que Susan Sontag al encontrarse en una calle de Los Ángeles con el actor y director Win Wenders, le preguntó qué hacía un hombre tan culto como él en un país donde prácticamente no existía la cultura, y este le respondió:“¡Imagina usted mayor felicidad que vivir en un mundo sin cultura!”. Los jóvenes de ahora no leen, pero se sienten vivos haciendo montones de cosas que embadurnan su bienestar; conforman un paraíso consumista y entregado al placer como metáfora de una utopía particular. Adán y Eva del siglo XXI sienten que pertenecen a esta sociedad siempre que sigan el juego que se les ofrece, es más, siempre que contribuyan a perpetuar el juego.
Creo que todas la personas que terminan guiándose por su espíritu saben que el verbo que hace justicia a la Historia es “actuar” y Byung se plantea si son la Máquina Digital y el Capital la terrible alianza que aniquila nuestra libertad de actuación.
El nuevo hombre teclea, no actúa.BYUNG CHUL HAN
El problema de todo esto, explica este filósofo coreano, no es la negatividad ni el pesimismo, sino todo lo contrario: el exceso de positividad, transparencia e inmediatez. Hoy todo es posible y nos lanzamos a ello sin meditación alguna. Hoy todo es “me gusta”. Y hablando de gustar, ¿por qué el jeque cibernético Facebook no ha incluido en su red un botón de “no me gusta”, “lo detesto”, “lo odio”, “antes me pegaba un tirito”?, ¡con lo divertido que sería eso! Pues qué va, lo que ha hecho el jeque cibernético ha sido añadir más botones de “me súper encanta”, “me súper chifla” y “me súper todo”. Es decir, muero de amor. Porque el mundo no quiere negatividad, quiere caramelos, y si vienen sin envoltorio, mejor, que así nos los comemos antes. Pero por favor, no mandemos todo al carajo con la permisividad, no nos olvidemos de que el espíritu ama el silencio, el trasfondo, la caída para poder levantarse, y lo digital destruye ese silencio, esa profundidad lenta donde se teje lo sólido, lo que permanece, la esencia. Tenemos que preguntarnos a nosotros mismo dónde, cómo y por qué estamos inmersos en la red.
Las personas se curan mirándose a los ojos, y también lo hace así la sociedad. Quien se esconde, no lucha, quien se esconde habita lo muerto, lo superfluo, lo banal. Quien se esconde y pasa todo por alto, como excusa social, se ha rendido. Quien no piensa por sí mismo, está alienado. Solo la Acción Común tiene la fuerza para destruir todas las relaciones existentes de dominación, dice Byung, pero, ¿qué pasa?, que la Acción tiene que superar una resistencia, tiene que cocerse a fuego lento, tiene que tener un corazón que late. En la Acción habita una negación y la actual sociedad positiva evita toda negatividad y resistencia. La sociedad positiva quiere fast food.
Lo digital absolutiza el número y el contar. También los amigos de Facebook son, ante todo, contados. La amistad, por el contrario, es una narración. La época digital totaliza lo aditivo, el contar y lo numerable. Incluso las inclinaciones se cuentan en forma de “me gusta”. Lo narrativo pierde importancia considerablemente. Hoy todo se hace numerable, para poder transformarlo en el lenguaje del rendimiento y de la eficiencia( Byung Chul Han)
Más comunicación significa más capital.BYUNG CHUL HAN
Mas le vale a uno adaptarse y no empezar a pensar en todo aquello por lo que los jóvenes tendríamos que manifestarnos. Los jóvenes, que somos el motor de la revolución, los jóvenes que nos manifestamos en el 15M y nos callamos luego, dejando aletargado el rugido vital. No es suficiente un rugido, no es suficiente arañar un poquito, como tampoco es suficiente la rabia del momento. Lo que es suficiente y necesario es la valentía y espíritu de lucha que mira con el corazón y siente también con el corazón, dejando atrás la feliz vacuidad que se le presenta inmediata a los ojos. Lo cierto es que a esta democracia le falta ciudadanía, pero… no hay ciudadanía. Hay una masa dispersa: somos multitud, multitud que se conforma con hacer ruido, multitud carente de solidez y organización. Multitud no es ciudadanía. ¿Actualizaremos algún día “Mayo del 68”?, ¡pues ya si eso, cuando la injusticia me salpique a mí! Mientras tanto ¡al agua patos!, que como dijo Sarita Montiel “permanecer en la nostalgia envejece la mente”.
Ahora dediquémonos a “SER” felices y a comer perdices. Dediquémonos a SER más en una pantalla que en nuestra habitación a solas leyendo un libro, a SER más en un estado del twitter que en los buenos días que le damos al vecino en el ascensor, porque estando en el ascensor ya queremos salir para twittear pero twitteando no deseamos subir al ascensor para saludar al vecino. Consumamos nuestras vidas en una acción que ni trasciende ni une, ¿y lo peor de todo?, que nos da igual, que asumimos esta vacuidad colmada de cosas y hacemos de ello nuestra cultura: el circo español. Pues analicemos cómo se forma el circo.
EL TRÁFICO EMOCIONAL
Adán y Eva del siglo XXI viven del deseo. Pero el deseo no viene de la nada. Viene de la sociedad inconscientemente impuesta para su supuesto progreso moral. ¿Qué desearías si te hubieras despertado de la cama hace 100 años y el mundo fuera otro?, ¿es más, desearías algo sino el afecto real y luchar por tus derechos humanos?, ¿qué desearías si mañana se muriera un familiar? En este paraíso posmoderno, ¿se necesita porque se desea o se desea porque se necesita? ….Adán y Eva dirían que consumen cosas que no necesitan pero es que oye, en esta sociedad impera el materialismo, hedonismo, permisividad y vete a saber tú qué cosas más humanas siguen en la lista y claro, que te lo vuelvo a decir, que si una no ES de cara al público no existe, o sea que es esa necesidad de SER –de pertenecer a lo social, a lo externo- la que crea el deseo de tener, de tener cosas, objetos, ropa, redes sociales, cualquier cosa que pueda ser expuesta como una extensión de tu ser. Adán y Eva quieren ser aceptados.
CONTINUARÁ…
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¡CADA MES UN NUEVO CAPÍTULO DE ADÁN Y EVA DEL SIGLO XXI!
SALUDOS CIBERNÉTICOS ♥
Capítulos siguientes:
Me encantó el texto, conicido contigo en muchas ideas. ¿Qué libro/artículo recomendarías de Byung Chul Han?
Daniel! Pueees um… te recomendaría cualquiera de los dos que he leído. En el enjambre (si te interesa más en concreto cómo han afectado la revolución digital y las redes sociales a la sociedad) o La sociedad de la transparencia ( si te interesa más la libertad de información -como coacción sistemática- : su tráfico y control ). No sabría cuál recomendarte, creo que el uno completa al otro y juntos hacen una crítica más global de la sociedad en la que estamos inmersos. Además, son muy cortitos, muuuy muy cortitos, te los lees en una tarde -vas pasando páginas como si se tratara de actualizaciones de estado de facebook, solo que presentando atención hahah-. Emm, espera, voy a echar un ojo ahora mismo, que tengo apuntes en los libros e igual sí me decido a a recomendarte. Vale, igual me decantaría más por La sociedad de la transparencia (tengo más páginas subrayadas! hahahah) Quizá sea un poquito más completo, porque también toca el tema redes sociales (lo virtual) para hablar de la transparencia etc
Creo que los más flojos (menos vendidos) han sido El aroma del tiempo y La agonía del Eros. Pero quién sabe cómo va esto de la literatura… quizá estos dos sean menos Crítica social* y más Perfume Filosófico*, porque Byung tiene una visión muy lírica y «zen» sobre la vida. De hecho ahora me estoy leyendo otro suyo (Filosofía del Budismo Zen) y es más… difícil en el sentido profundo de la palabra, más complejo de entender, aunque bueno, lo que intenta precisamente Byung en este libro es interpretar la filosofía zen desde un punto de vista más occidental (va haciendo comparaciones con teorías filosóficas nietzschianas, platonianas, etc; se mete en un buen tinglao hah).
Ah! y si te gusta la política, me han dicho que su libro Psicopolítica está genial!
Espero haberte ayudado!
¡Gracias por la respuesta! Ya descargué El Enjambre y la Sociedad de la Transparencia, los empezaré esta semana. Yo he estado leyendo textos sobre privacidad, intimidad e identidad en las redes sociales, y suena a que me vendrán de perlas los libros de Byung para un trabajo que preparo, sobre todo el de la transparencia.
Ese de Filosofía del Budismo Zen suena muy interesante, ¡lo pondré en la lista! Parece ser que gracias a ti he encontrado a un pensador muy afín a lo que estaba buscando, gracias de nuevo por eso.
Saludos.