-Estoy preso por una supuesta pelea que no protagonicé -dice Mohamed(el mayor, segundo empezando por la izquierda)-. Te lo juro. Armaron todo aposta y luego fue imposible de demostrar lo contrario. Pero como Mohamed ha tenido buena conducta en la cárcel, a Mohamed le dan la condicional en dos meses. Me he ido ganando puntos por buena conducta.
-Bien, pondré «Mohamed es buena gente» como titular – risas.
-Lo ha pasado muy mal -dice Chakib-, pero si te empezamos a contar historias sales de aquí llorando. Nuestras vidas no son vidas fáciles. Hay que vivirlo para entenderlo. Yo me vine de jovencito, no te digo en qué condiciones, en qué ambiente. Y desde entonces no veo a mi madre. Me falta cada día mi madre.
-¿Qué tal el Ramadán este año?
-Ramadán es purificación. Mira, en el Ramadán todas las brujas del mundo dejan de hacer brujería -cuenta Mohamed-. Por algo será. De verdad. Hay una alerta desde China a EEUU -sigue explicando, de cachondeo-, y todas las brujas se paran, oye, ¡te lo juro,eh! -acento árabe-. Los diablos no están en el Ramadán, desaparecen. ¿Y sabes cuántos diablos hay por cada persona? ¡Seis!
-Uff -resopla Aziz-, es difícil aquí el Ramadán. Allí en mi país todo el mundo está en las calles desde las 5 de la mañana, nadie está comiendo, todos sonreímos, pero aquí… Aquí sales y la gente está comiendo y bebiendo, es estresante. Y yo con lo nervioso que soy…
-Mira- dice Mohamed- ¿sabes lo que es la ansiedad, Aziz? -mira a su amigo-. Te lo voy a decir yo, que me lo explico mi psicóloga. La ansiedad es para los débiles. De verdad, los débiles retroalimentan su estado ansioso-depresivo y ¡pum!, de ahí no salen. Y yo antes hacía eso, eh, te lo juro .-acento árabe-. Me quedaba en la cama. Pero ahora, tío, ahora cuando veo que me da la ansiedad me pongo música reggae, viene bien escuchar otra voz, el agua, algo… ¡Lo que sea! No hay que quedarse ahí en la mente con el estrés. Y hacer esto va mejor que doce pastillas de diazepam, créeme.
-Claro -intervengo- tienes que probar cosas que nunca hagas. Respira, estírate, ensánchate, sonríe. Haz yoga, en serio, prueba otras cosas.
-Qué va, eso a mí no me hace nada. Pero sí es verdad que noto el peso en la espalda. Aquí en el trapecio…
-Claro, ahí se acumula el estrés, pero no digas que eso a ti no te hace nada. Pruébalo primero y otro día me cuentas -le digo-. Prométeme que mañana te levantas y respiras profundamente 3 minutos. ¡Solo tres minutos!
-Vale, voy a hacerlo -me mira tímido con cara una mueca entre alegre y confusa.