dos textos espontáneos: terciopelo y poema

Sobre el terciopelo

La madeja del sol en tus manos, yo corría por el jardín. Los días eran frescos como sienes limpias de maldad. La piel del centeno crujía en los dientes de los niños mellados. Sentía la caricia obtusa de los árboles centenarios, raídos; sus voces, sus lenguas. Quién quisiera sepultarlo todo al cielo, prometer sin decir todas estas palabras. Sin hacer uso de la palabra alboroto. Queriéndonos sin el atropello, sin el carcoma que sale de la boca de una noria. Amar así, con el corazón abierto como un submarino. Conquistar las trampas de los invernaderos, hablar con el oxígeno en los pulmones, como llama viva despierta en un centro rojo  que ramifica. En este colosal augurio del verbo hecho trizas… -centésimo experimento del amor-, quiero… nacer sin verte porque te amo. Morirme si me amas. Fallecer o desfallecer en el intento tácito del resurgir, en el intento tonto de otra vez amar. Como nombrar las cosas desde que te conozco… ¿Cómo nombrar las cosas desde que te conozco! Cómo hacerle justicia a la belleza si mordiste mi corazón con el calcio de tus dientes.

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Sobre el poema

¿Acaso hace falta alguna sustancia para el poema?, ¿acaso algún condicionamiento, idea, intención?
¿algún poso, apunte tonto en libreta olvidada, canción italiana, trébol? Acaso salga así de un lugar infranqueable, intangible, como esencia última y primera, judía o cristiana. ¿Acaso use antifaz como asesino a sueldo?, ¿acaso dispare entre azoteas al objetivo vital?, ¿acaso el poema está siempre escondido?, ¡y es siempre misterio! ¿Acaso el poema sabe algo que nunca alcanzaremos a saber?
Y se ría en el acto de unir palabras que se besan…

ah
acaso el poema
nace
en el ocaso
que no cesa.

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