EL TRÁFICO EMOCIONAL
Adán y Eva del siglo XXI viven del deseo. Pero el deseo no viene de la nada. Viene de la sociedad inconscientemente impuesta para su supuesto progreso moral. ¿Qué desearías si te hubieras despertado de la cama hace 100 años y el mundo fuera otro?, ¿es más, desearías algo sino el afecto real y luchar por tus derechos humanos?, ¿qué desearías si mañana se muriera un familiar? En este paraíso posmoderno, ¿se necesita porque se desea o se desea porque se necesita? Adán y Eva dirían que consumen cosas que no necesitan pero es que oye, en esta sociedad impera el materialismo, hedonismo, permisividad y vete a saber tú qué cosas más humanas siguen en la lista y claro, que te lo vuelvo a decir, que si una no ES de cara al público no existe, o sea que es esa necesidad de SER –de pertenecer a lo social, a lo externo- la que crea el deseo de tener, de tener cosas, objetos, ropa, redes sociales, cualquier cosa que pueda ser expuesta como una extensión de tu ser. Adán y Eva quieren ser aceptados.
Frei Betto, el teólogo brasileño de la liberación, manifestó vacilante, jugando con el famoso famoso cogito ergo sum cartesiano:
Consumo, luego existo.FREI BETTO
Con ese juego quiso dar un toque de atención a los Adanes y Evas del siglo XXI, haciéndoles caer en la cuenta de que vivimos en un mundo globocolonizado, donde más que ciudadanos se necesitan consumidores. Los medios no quieren que Adán y Eva coman del árbol del Conocimiento, quieren que se entretengan con otras manzanitas llamadas Apple, quieren que se enorgullezcan de tener todo lo nuevo que ofrece el mercado. A los medios nos les interesan los valores, a los medios les interesa el valor de exposición y uso, es decir, lo consumido. No te engañes, a los de arriba les importa un carajo tus valores, lo que quieren es que consumas, cuanto más mejor.
DE CONSUMIR A SER CONSUMIDOS
Dice el sabelotodo de Wikipedia que un gadget es un dispositivo que tiene un propósito y una función específica, generalmente de pequeñas proporciones, práctico y a la vez novedoso.
Pues bien, el primer premio “Gadget del siglo XXI” es ¡tatatachán….!, ¡para el queridísimo smartphone! Aplaudan todos ustedes que tienen uno. El smartphone es uno de los “objetos de devoción” en alza; gana por goleada a un fantástico Rolex acuático, a una grabadora SONY con micro cámara insertada y hasta al mismísimo crucifijo de tu abuela, que es catoliquíiiisima. El smartphone es el símbolo de la religión de este siglo, religión a la que me cuesta adoptar bajo un nombre que le haga justicia. Avisadme si encontráis uno.
Como resume Carlos Scolari a Byung en su artículo:
El “me gusta” es el “amén digital” y Facebook, “la iglesia, la sinagoga global de lo digital” .
El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta.BYUNG CHUL HAN
La biopolítica de Foucault, la forma de gobierno de “la sociedad disciplinaria”- es cosa del pasado:es “inadecuada para el régimen neoliberal que explota principalmente la psique”. Byung dice que el smartphone es un aparato digital que trabaja con un input–output pobre en complejidad. Borra toda forma de negatividad. Con ello se olvida de pensar de una manera compleja. Y deja atrofiar formas de conducta que exigen una amplitud temporal o una amplitud de mirada. Fomenta la visión a corto plazo. Fomenta el corto plazo, y ofusca la larga duración y lo lento. El me gusta sin lagunas engendra un espacio de positividad. Afirma que los aparatos digitales traen una nueva coacción, una nueva esclavitud.
Pero el psicoanálisis, ese tercer ojo inconsciente que todo lo ve, también explica el uso que empezó a tener el gadget a partir de la segunda mitad del siglo XX:
Jacques Lacan habla de los objetos de consumo producidos y ofertados como «deseos» por la lógica capitalista – en la cual están incluidos el saber científico y las tecnologías en general. Entre estos gadgets, se encuentran también los «sujetos mercadería», aquellos que incorporan de forma algo psicótica una actitud de objetos de consumo breve y que, por eso, invierten sus energías en probarse consumibles o ser deseables a los ojos de eventuales pares o a los del mercado, eje de su comportamiento. Bajo la perspectiva lacaniana, estos sujetos mercadería no son sujetos, ya que consumen otros «objetos» y se ofertan al consumo como tales -objetos en el stock público- y no con el objetivo de establecer lazos sociales.
¿De verdad creemos que actuamos y vivimos cada día bajo el sabio dictado de nuestra conciencia? Nosotros, Adanes y Evas del siglo XXI, movidos como tetrabricks en serie en esta lujosa fábrica llena de posibilidades que simulan ventanas de libertad? Schopenhauer nos reprendió y nos sigue reprendiendo por vestir esta ingenuidad. ¿Quién diseñó el capitalismo?, ¿tiene el capitalismo conciencia?, ¿quién va a frenarlo ahora que ha cogido malévola y sigilosamente carrerilla a lo ancho y largo de este mundo? Se ha incrustado en el ser mismo de cada sociedad, es el alma, el oxígeno, el latido. Adanes y Evas están aquí, respirándolo en diferentes aromas: Adán inhala Yves Saint Laurent yEva insufla sus pulmones con Miss Dior, una fragancia con innumerables notas de Pachuli.
¿Qué exagero?, abre tu armario, abre tu neceser, abre tu alma. Que es normal consumir, que es normal querer gustar, vestirse y oler bien, que todo es normal, que todo vale, y así se llega a la cotidianidad del capitalismo. ¿A qué precio consumimos?, ¿Que es lo que no estamos viendo?. Que es normal quejarse luego. Quejarse siempre: la tira de la queja es infinita, pero somos los primeros que no decimos no al nuevo iphone, al café de starbucks, a los vestiditos de Zara. Y luego compartimos en Facebook un video viral sobre la explotación de niños de 6 años en Indonesia: tejiendo nuestros vestiditos. ¡Pero es que son tan monos!, los vestiditos, los vestiditos; los niños pobrecillos. ¿Qué exagero?, pues exageraré porque como no lo haga, me uno al espectáculo y el trenecito del capital sigue arrasando conciencias. ¿Qué qué vas a hacer tú contra el este lobo disfrazo de corderito?, nada, no hagas nada, que es lo que vas a seguir haciendo, “porque el mundo funciona así y ya”. Porque tu amiga te excusará a ti y tú excusarás a tu amiga, y cada uno vive en el contexto que le ha tocado, oye.
Y el mundo funciona talando cada día el Amazonas -para nuestro consumo- y ya.
Y por cada multinacional rica -¿para nuestro consumo?-, dos países pobres, y ya.
Y a la mierda el mundo -¿y nuestro consumo?-. Y ya.
¿QUÉ ES HOY EL CAPITAL?
En el siglo XIX y gran parte del XX el trabajo era el capital y como añadió Adam Smith “el capital del Capital”. El trabajo constituía el desarrollo del hombre, su progreso, su moral.
¿Qué es hoy el capital? Yo soy el capital, tú eres el capital, él es el capital. ¿De qué depende hoy la economía?, ¿del trabajo o del consumo? ¿Quién es el camaleón que muta para no ser visto y sigue estando en todas partes? El capitalismo se ha mimetizado y naturalizado tanto que es hoy pura cotidianidad. Ya no es tan importante la productividad del trabajo sino el trabajador que trabaja para consumir. Hoy se es de cara al público y eso requiere una actualización casi instantánea, una vida llena de cosas y unas cosas llenas de nada.
Si todo tiene un fin productivo, y de consumo, y tú eres el que consume, ¿qué es peor?, ¿un iphone en serie, un vestido en serie, un hamburguesa en serie, un ticket en serie -y que todo ello tenga un precio y un tiempo, precio que se gasta, tiempo que también se gasta-? ¿ Y tú qué eres? ¿No eres también un producto en serie?, con un tiempo determinado en esta vida, ¿no eres un producto al que están gastando?
Querida Mafalda, el deseo nunca se sacia, se renueva.
Dijo NIETZSCHE que todas aquellas cosas en las que creemos –todas nuestras creencias- no hacían más que reflejar una verdad: la del poder de otros sobre nosotr@s.
Dijo MARX que la mayoría de nuestros pensamientos han sido secuestrados inconscientemente por el sr. Capital y su panda de ladrones ansiosos.
CONTINUARÁ…
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¡CADA MES UN NUEVO CAPÍTULO DE ADÁN Y EVA DEL SIGLO XXI!
SALUDOS CIBERNÉTICOS
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