Hasta día de hoy no has escrito con el alma. Has escrito con el sentimiento, con el deseo de sentir ciertas bocas, con el intenso anhelo de perderte en alguien que quizá te hallara. Has escrito con el ímpetu del loco, del querer sentirte vivo. Has escrito con la esperanza y con el miedo, y con la tenue capa has disfrazado el amor. Has escrito con muchas cosas, es cierto, pero no has escrito con el alma. Ojalá un día despiertes y digas «sufro», y digas “miento”. Ojalá un día te encuentres con la necesidad de excusarte humano, volcado en letras que al fin te reconocen. Y entonces, sí, ese día llorarán todos los muertos que enterraste en tumbas.
Por qué tan perdida?