Me gustaría creer
en el centro de tu mirada
como un vórtice que me traga
para ser lamida
y no despojada a ese lugar
donde se lanzan las cáscaras,
ser lamida como semilla que soy
para no seguir siendo tan niña,
para demostrarte tu hombría
en la confianza que depositas
con tu lengua en mi piel
porque el otro lugar es indómito,
impenetrable,
ciénaga de los desamparados,
y yo quiero ser pulpa contigo
ser tus costillas
y tu mi vientre
y que todo suceda así:
en la penumbra -silenciosamente- viva
llamar a tu cuerpo Esperanza,
mojar el espíritu con nuestras manos
que se buscan como si al nacer
fuesen una.