Desperté a Nietzsche de la tumba: ¿Ha muerto Dios ya?

-Nietzsche… Nietzsche… ¿Nietzsche?

-¡Ahhhhh!, maldita sea, ¡¿quién anda ahí?

-¡Hola Nietzsche! –saludé.

-¡Casi me vuelves a matar del susto!

-Ala, ¡no sabía que seguías escribiendo bajo tierra! –exclamé cogiendo uno de los papeles que tenía sobre la chaqueta.

-¿Y tú quién eres? , ¿es que andáis levantando tumbas ahora?, esta sociedad…-resopló sacudiéndose el polvo del traje.

-Perdona que te haya despertado, es que no podía dormir y estaba en la cama leyéndote. Pensé que igual echabas de menos la compañía. Soy la chica del pelo rosa –sonreí y le di la mano -. Vaya, estás lleno de… hormigas.

-¿Qué pretendes que haya bajo tierra?, ¿diamantes!

-¡Por ejemplo!, ahora sería rica -volví a sonreír.

-Eres la primera persona que viene a visitarme… -observaba atónito los árboles de alrededor, la noche inmensa con sus pequeños astros, el ruido de un motor atravesando la ciudad- bueno, quiero decir…personalmente… ¡qué gracia! –suspiró a la vez que agitaba la cabeza y entreabría intermitentemente los ojos-. Ah, sí… – pegó el mentón al pecho -, no te preocupes por las hormigas, es bastante mejor que estar rodeado de buitres. Ya sabes, cuando estaba vivo…¡ay!

-Ay… -susurré

-¡¿Ha muerto Dios ya?! -me atravesó.

-Claro, esto es una fauna salvaje, hay mucho animal feroz suelto –asentí-. Me temo que siguen creyendo que Dios está vivo.

-Ay… -susurró-. Así que sigue existiendo el poder…

-Bueno, la sociedad ha derivado en muchos Dioses…

-El Dios creado sigue vivo porque Amor y  Poder  existen, son, se complementan. ¿Entiendes pequeña flaminga?, cuando las dos van juntas… ¡la gente se aferra, aaaaaaarrás! -gesticuló agarrando el aire con la mandíbula y la mano tensas.

-Sí, entiendo lo que dices.

-¡La chica del pelo rosa, eh! , ya decía yo que no podías creer en Dios, si hubieras tenido el pelo negro, alguna mechita beige…  quizá, estarías meditando aún lo del todopoderoso… ¡pero tienes el pelo rosa!, ¡eres una atea como Dios manda!, ¡já!

-Bueno, yo no he dicho que sea atea…

-Perdona… el sarcasmo es lo único que me mantiene vivo, incluso muerto –empezó a hacer círculos con la cabeza-. ¡Dios mío, qué tenso estoy!

-Así que las chicas con el pelo de colores no van a misa a confesarse, eh… ¿En que deberían creer las chicas con el pelo rosa señor Nietzsche? -indagué.

-En todo, por lo menos, o lo que es lo mismo: en nada -sentenció, y me miró fijamente.

Nos reímos.

-¿En qué Dios crees, pequeña flaminga? –interrogó de pronto.

-Yo no llamaría Dios a algo que no puede ser nombrado

-¿Lo llamarías “ALGO”?

-Lo llamaría “ALGO” antes que “DIOS”,  y si puede ser nombrado diría que creo en la Naturaleza, en el cosmos, en el rugido vital que nos contempla. O quizá, no sé, no tengo claras mis creencias, la vida es larga… Creo en lo que no puede explicarse, por inexplicable y porque al ser inexplicable, trasciende, algo así como que…si no puede ser explicado…permanece. Quizá haya venido a despertarle por ese rugido,  o no sé. Espero que no le haya molestado.

-¿Y te sirve creer en algo que no puede explicarse?

-Más que a un católico rezar.

-Acabas de decir algo muy…

-O igual no, perdona, supongo que a un católico le sirve más rezar en su vida ordinaria, día tras día, digo, pero no creo que ello le lleve a tener la capacidad de sorprenderse, o sí, pero siempre sería Dios, cada milagro. Y entiendo que lo enfoquen así, en cierto modo yo también lo enfoco a algo, a ese ALGO inexplicable… Aunque a veces me derrumbo, ¿sabe?, no creo en nada y es cuando de pronto, tengo la inmensa capacidad que me otorga precisamente el no creer en nada…. Esa capacidad no tiene fin, es la capacidad de la desesperación, del sufrimiento vital que solo conduce hacia el fondo del pozo, y entonces… ¡estoy tan perdida!, pero es de ahí donde de repente, en un instante, vuelve a nacer el mundo, iluminado iluminado iluminado, y un ave fénix resurge creyendo que es Dios.

-De ahí el Superhombre–apuntó Nietzsche.

-Que tan mal le han interpretado, si me permite.

-Boh, el ser humano es el único animal capaz de revertirlo todo… Ya… ya hablaremos de eso, ¿sí querida? -se rascó la oreja izquierda-. Ahora déjame decirte que quizá para las personas Dios sea la causa y no el efecto…

-Sí, supongo que es muy relativo para cada persona… cada uno elige sus creencias para sostener su vida, al final es eso lo que importa, ¿no?, la creencia, no que algo sea cierto o no. Como todo eso de las plantas divinas… Salvia divinorum, ayahuasca… Si alguien ha tenido una experiencia trascendental con esa planta, si alguien ha visto la luz, sus miedos o un unicornio verde volando y eso le ayuda simplemente porque cree en lo que le ha ocurrido, ¿cómo va a discutírselo alguien?, ¿cómo va alguien a decirle “¡¡¡eso es mentira, estás loco!!!”?

-¡Eso es lo primero que haríamos!, ¡llamarnos locos los unos a los otros!

Nos miramos fijamente durante 3 segundos. Tragamos saliva.

-Entonces tú no buscas un sentido, una causa, ¿fumar marihuana?… -prosiguió chistoso y con cierto recelo,  examinándome.

-Yo no busco una explicación porque no busco aferrarme –afirmé-, aunque ello me haga pender del hilo, no puedo aferrarme a algo que está continuamente cambiando, que te da un soplo de vida y luego te deja a la deriva en cualquier momento…

-¿Así que crees en el Nihilismo?

-No, yo no he dicho que no crea en nada, es distinto. Además, depende de qué tipo de Nihilismo me hables. Más bien el Nihilismo puede creer en mí, en ti, en todos nosotros –medité-. Yo no tengo por qué creer en él, en la Nada, porque yo SOY y esa es la mayor creencia… que soy…¿entiendes?, bueno, claro, como no lo vas a entender tú… -tomé aire-, y ese SER que pende de un hilo -del hilo transcendental que es la VIDA-, ES solo y va SIENDO, así que lo que tenga que creer no es firme, sino que ES SIENDO, con sus pros y sus contras.

-Pero… -agita la cabeza-, ¡eso perturbadoramente genial!, ha sonado muy lúcido.

-Es curioso pero si yo le doy a mi SER total libertad para SER, él me protege; en cambio, cuando no estoy creyendo en él, en ese SER que soy yo, cuando intento explicarme a mí misma, explicar cualquier cosa… empiezo a rozar la oscuridad, y créeme, he llegado hasta el fondo, he llegado a la máxima oscuridad.

-¿Y no crees que te ha llevado hasta allí precisamente tu SER?, quiero decir, no puedes dejar de ser tú –frunció el entrecejo-. Nunca dejas de ser tú.

-Sí, por negación, por no creer en él. Por ser yo en mi negación. Pero es que…una cosa es la ESENCIA del SER y otra el SER.

-Aunque una se niegue a sí misma, sigue siendo, sí.

-Es algo muy complejo. Me gusta dejarme llevar y eso es arriesgado, dejar que el SER tienda al caos y no frenarle. Y pienso: “Esto es natural, voy a dejarme caer…porque estoy cayendo, voy a seguir…” pero realmente, en ese dejarme caer no paro de observarme y hablarme al mismo tiempo, entonces me estoy anulando, por miedo, comparación… Por eso digo que el Nihilismo cree en mí, porque mi SER se establece en la Nada pero es capaz de salir de ella.

-Interesante.

-El SER se despliega, es un caleidoscopio. Cuando soy yo, a expensas del mundo, es cuando estoy tranquila, porque no lucho contra nadie, me otorgo sin saberlo, esa libertad de SER, a eso me refiero.

-¿No crees que habría sido mejor despertar a Sartre? –apuntó con sarcasmo.

-No, porque Sartre buscaba un sentido, y yo no lo busco.

-Quieres decir entonces… que cada persona ES el sentido y que no es lo mismo buscar que descubrir.   Porque si una persona busca ha habido una causa de búsqueda, ¿eh?, y tú prefieres descubrir de pronto el efecto… Quizá habrías despertado a Heiddeger -abrió los ojos en con una expresión daliniana-. Me acabas de hacer pensar, ¿sabes?, luego le daré vueltas a todo esto… creo que soy menos nihilista ahora que he muerto, ¡já! – manifestó, ordenando los papeles con las manos temblorosas-. Y me jode, hablando mal, ¡me jode darme cuenta ahora de que soy menos nihilista!

-¿Estaba escribiendo sobre Dios?

-¡Oh!, no, flaminga, como decirte, estaba escribiendo sobre esos pequeños dioses… ¡los hipsters!, ahora todo el mundo quiere ser un mini dios. Es el nuevo entretenimiento.

-Vaya… -mascullé.

-¡Y sobre  Mcdonalds!

-¿Estaba escribiendo sobre los hipsters y sobre Mcdonalds?

-Sí, algunos días, unos hipsters de pacotilla se sientan sobre mi tumba a comer hamburguesas grasientas…y me dejan la lápida echa un pitoste. No sabes cómo detesto la carne de vacuno, ¡huele a animal enfermo!, ¡y lo peor de todo es  que ponen reggaetón! ¡Son la pura antítesis de mi tesis! -expresó sofocado.

-Pero tú dijiste que…, ¿puedo tutearte?, tú dijiste… que, sin música la vida sería un error.

-Tú lo has dicho, ¡sin música! – se acomodó el cuello de la camisa-. ¿Sabes lo que decía Schopenhauer?, decía que la música era metafísica inconsciente, “el espíritu no sabe que hace filosofía cuando hace música” –me guiñó el ojo derecho-. ¿Te imaginas a Don Omar dando clase de Filosofía, pequeña?

….

PRÓXIMO CAPÍTULO:

LOS HIPSTERS, EL REY PALABRA Y UN FILÓSOFO RENACIDO QUE ACUDE A TERTULIAS DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS EN LA NUBE 1368 Y AFIRMA QUE LAS PERSONAS REFLEXIONAN MÁS CUANDO ESTÁN MUERTAS.

CONTINUARÁ

1 Comentario Desperté a Nietzsche de la tumba: ¿Ha muerto Dios ya?

  1. LUISA 17th mayo 2016 at 1:09 pm

    MUY ORIGINAL Y ESPONTÁNEO SIN DEJAR DE SER PROFUNDO, POR ESO EN ALGÚN MOMENTO TE TIENES QUE PARAR PARA VER POR DONDE VA LA AUTORA, PORQUE DESDE LUEGO,VA.

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