He dicho que nunca habría sido otra.
Nunca.
Jamás.
Nunca habría elegido otra vida
que no fuera tan blanca como la noche.
Jamás quejarme de un modo distinto,
perecer por otra causa.
Es esta palidez
la que hace que mi corazón tiemble.
Yo crezco en la noche,
me hago inmensa con ella.
Yo amo lo oscuro, el charco, la araña.
Yo amo la luz que no se ve.
Vida mía, yo te amo.
Amo tus ojos,
enciendo hogueras en tus ojos
para que arda el agua.
Para que no te queme la vida,
yo te amo.
Yo hago risa del más absoluto silencio.
Yo levanto el polvo de las cosas
y las cosas tiemblan.
Yo no sé del aire, de la voz del viento.
Yo vivo en las raíces:
mi sustento es la sed.