Me he cansado de saber, pues de saber, no sé. Y ahora quiero vivir, vivir de la alegría o de llanto, pero vivir. Reírme de los convencionalismos, reírme de “qué hacer y de qué modo está bien visto mi amor”. Reírme de todo, hallar acaso un amor que también ría, que lo desmueble todo, que vuelva a vestirme de niña y de edén, y que luego me descubra ya en pétalo, ya plena, ya con la dicha. Ah! Expulsa tu dolor para que tu corazón sea tierno, para que tu dignidad sea salvaje. Conoce el fruto que habita en ti. El fruto fue demonio, y ahora, ahora eres tú.